Una Torre de Fuego
“Nadie
les ha enseñado a hacer lo que están haciendo; nadie le enseña al árbol
la forma de dar sus hojas y sus frutos. No se han dejado utilizar, como
tantas veces en otros tiempos, a manera de cabezas de puente o pavo de
la boda; hoy están solos frente a una realidad resquebrajada, son una
inmensa muchedumbre que no acepta ya reajustarse para ingresar
ventajosamente en ese mundo que se da en llamar moderno, que no acepta
que ese mundo los recupere con la hipócrita reconciliación paternal
frente a los hijos pródigos. Algo como una fuente de pura vida, algo
como un inmenso amor enfurecido se ha alzado por encima de los
inconformismos a medias, en la torre de mando de las tecnocracias, en la
fría soberbia de los planes históricos, de las dialécticas
esclerosadas. No es el momento de explicar o de calificar esta rebelión
contra todos los esquemas prefijados; su sola existencia, aquí y en
tantos otros países, la forma incontenible en que se manifiesta, bastan y
sobran como prueba de su validez y su verdad. Nada piden los
estudiantes que no sea de alguna manera una nueva definición del hombre y
la sociedad, del hombre en la sociedad; y lo piden en la única forma en
que es posible pedirlo en este momento, sin reivindicaciones parciales,
sin nuevos esquemas que pretendan sustituir a los vigentes. Lo piden
con una entrega total de su persona, con el gesto elemental e
incuestionable de salir a la calle y gritar contra la maquinaria
aplastante de un orden desvitalizado y anacrónico. Los estudiantes están
haciendo el amor con el único mundo que aman y que los ama; su rebelión
es el abrazo primordial, el encuentro en lo más alto en las pulsiones
vitales.”
* * *
El texto anterior fue escrito para Marcha de Montevideo por
Julio Cortázar y lleva por título “Homenaje a una torre de fuego”, se
refiere a las jornadas de mayo de 1968 en París, lo encontré en el
momento justo, por esas cosas del destino, en el libro “Último Round”.
Aunque las semejanzas entre la situación actual y la del 68 son reales y
cualquiera puede observarlas, no habíamos llegado a apreciar que esa
similitud pudiera hacernos confundir un texto de entonces con uno de
hoy. Así es la magia de Cortázar.
Juan Schilling
Agosto 2011
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